Como ya anuncié en una entrada anterior a estas mis cositas, hace tiempo que estaba preparando una nueva sección para el blog que ahora debuta públicamente con el título de Bestiario 1.0. Según San Wikipedia, los bestiarios (bestiarum vocabulum) eran un compendio de tratados sobre bestias que se hicieron muy populares durante la Edad Media. En estos volúmenes se solía explicar la historia natural de los diferentes animales que habitaban la tierra y los textos se hacían acompañar de ilustraciones, e incluso algún tipo de lección moralizante sobre la criatura en cuestión, que ayudaba al lector a entender la naturaleza del ser y su sitio en el mundo. Siguiendo esta célebre e histórica tradición, hoy estreno una recopilación propia de bestias y criaturas monstruosas que habitan el mundo que hoy conocemos, y que os haré llegar por entregas para facilitaros la asimilación de contenido. El Bestiario, pues, consiste en una guía de consulta donde cualquiera de vosotros podrá informarse sobre el tipo de bestia con la que está lidiando, es decir, su historia, principales características, modus operandi y lecciones a tener en cuenta a la hora de enfrentarse a esa criatura en particular. Espero, por lo tanto, que este compendio os ayude a combatir la jungla a la que nos enfrentamos habitualmente y facilite vuestras gestiones e indigestiones diarias.

Comenzamos esta primera entrada del Bestiario 1.0 con una de las criaturas más escalofriantes y peligrosas de nuestra civilización, la criatura conocida como... TELEOPERADOR.

Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de lidiar con un teleoperador es averiguar a qué especie corresponde. Por lo general hay dos tipos de teleoperadores:

a)     Los que tú buscas porque necesitas información o que te ayude a solucionar alguna papeleta y no consigues contactar ni a través de un médium.
b)     Los que tú no buscas, no necesitas y no te deshaces de ellos ni aunque les pagues.

En la entrada de hoy estudiaremos íntegramente a los sujetos de la primera categoría.

TELEOPERADORES DE LA CATEGORÍA A:

Este teleoperador fue puesto en el mundo para facilitar trámites de gestión y proporcionar ayuda e información sobre los diferentes servicios de su compañía. En principio son “buenos” pero si tu consulta es complicada, pueden volverse “malos”, “retorcidos” y “amnésicos”. También cabe la posibilidad de que tu consulta sea fácil y tú un completo inútil, en ese caso experimentarás como el teleoperador A se transforma en las tres cosas al mismo tiempo y colgarás el teléfono confundido, indignado y sin haber resuelto tu consulta. El modus operandi de esta bestia está condicionado por una serie de pautas de protocolo que han sido realizadas por un ser superior, que nadie ha conseguido ver nunca, también conocido como el “Señor oscuro del protocolo”. Este ser siniestro es un Moisés de la era digital que lanzó las pautas de gestión a las empresas como si fueran las sagradas piedras del antiguo testamento. Y es que, el teleoperador A ha de cumplir el protocolo del mismo modo que un buen cristiano los mandamientos, sólo que el primero caerá fulminado por el rayo de las altas esferas y será repuesto inmediatamente por otro teleoperador A si no lo hace, mientras que el buen cristiano simplemente irá al infierno. Y como todos sabemos el infierno no existe, pero el rayo fulminante de las altas esferas, sí.

Las principales características del teleoperador A son:

-        La sonrisa telefónica (sobre todo si tiene que venderte algo o convencerte de algo): Este concepto es muy ambiguo y dependerá en gran medida de la labor específica del operador, de cómo se encuentre, lo que le pidas y la hora y día en la que llames. Es decir, si llamas para reclamar una devolución de dinero que se te ha cobrado injustamente y llevas así como tres horas pegado al teléfono para poder contactar con alguno de ellos, y lo has hecho, pero todos ellos estaban realizando “mejoras en el sistema operativo” y no podían ayudarte, "por favor vuelva a llamar... "y vuelves a llamar, y por fin alguien con el sistema operativo mejorado te atiende, pero resulta que es sábado y está de resaca y le toca las narices que le llames para molestarle con un caso difícil que implica abrir un montón de carpetas y el coordinador ....

(Nota: las manadas de teleoperadores A se organizan en estructura piramidal jerárquica como el Ejército o la Iglesia, y, al igual que el Ejército o la Iglesia, a mayor posición en la pirámide, mayor inoperancia, estupidez e ínfulas de grandeza que el teleoperador tendrá, no olvidemos que están salvando el mundo, los tres).

.... y el coordinador que debería ayudarle está todavía peor de lo que él está y además no tiene “ni puta idea” de “como coño” se abren las carpetas porque nunca tuvo que abrir una cuando estaba sentado en su sitio. Es entonces cuando las pocas neuronas que le quedan en la cabeza al teleoperador A le recuerdan que tiene un maravilloso protocolo que debe seguir, y hoy es sábado, y los sábados no se atienden reclamaciones de ese tipo porque el departamento que lo gestiona no trabaja, así que “por favor llame usted el lunes pip-pip-pip-pip.....” Pues eso, que no esperes que te atienda con una sonrisa telefónica en ese momento, si lo hará el lunes, cuando pase la llamadita al compañero del departamento que lo gestiona y se quite el marrón de encima, entonces su sonrisa telefónica será ex-pec-ta-cu-lar.

-        La imposibilidad de pronunciar frases que lleven la palabra “problema”. No existen problemas operativos del sistema (no le va el ordenador o todavía no lo ha encendido), existen mejoras en su sistema operativo. No consiguen utilizar la palabra “no”, “incidencia” o similares; estas se sustituirán por: "estamos trabajando en la mejora de su servicio", "en la mayor brevedad recibirá confirmación sobre su gestión", "tiene usted otras alternativas que le benefician más", etc... Sólo por la capacidad semántica de utilizar semejantes eufemismos sin partirse el innombrable de risa mientras trabajan (deberían dedicarse a la política) ya se han ganado el sueldo de sobra.

-        Los teleoperadores A tienen la capacidad de repetir tu nombre o tu apellido acompañado del señor/señora unas veinte veces por minuto. Se desconoce si es parte del protocolo o va intrínseco en su ADN.

-        Los teleoperadores A tienen una capacidad innata para delegar funciones y en una misma llamada puedes hablar con unos cinco teleoperadores A, de cinco departamentos diferentes, que te harán las mismas preguntas, te pasarán con otro compañero que va a ayudarte a solucionar el problema porque es el que gestiona este tipo de consultas, y repetirán tu nombre o apellido acompañado del señor/señora veinte veces por minuto para que al quinto intento te indiquen, con una maravillosa sonrisa telefónica, que tienes que enviar tu reclamación, consulta, sugerencia vía FAX porque eso es lo que pone en el protocolo.

Como actuar frente a este tipo de teleoperador:

-        A pesar de que se han escrito bastantes libros e incluso tesis universitarias al respecto, no hay ningún procedimiento concreto que asegure que tu gestión vaya a llegar a buen puerto. A la hora de enfrentarse al más duro de los Teleoperadores A, lo mejor es mudarse a un país donde los Teleoperadores hayan mutado y se hayan convertido ya en seres racionales sociales, es decir, países sobre todo de la vertiente nórdica o asiática (olvídate de la mediterránea, africana o incluso americana, no tienes nada que hacer). El problema de escoger esta opción viene siendo mayormente el dominio o no de la lengua que se tenga del país al que corresponda el Teleoperador A evolucionado. Otra opción es cabrearse hasta extremos insospechados, gritar hasta desgarrarse las cuerdas vocales y blasfemar como un energúmeno, aunque esta opción tan sólo te reportará un ataque de ansiedad o un infarto y tú sabes (y esos pérfidos también) que por mucho que chilles acabarás siguiendo el protocolo... así que, desde aquí proponemos la opción número tres, ármate de paciencia, dale las gracias por su atención con la mayor de tus sonrisas telefónicas y acuérdate de todos sus ancestros mientras envías el FAX.
-        Es importante que entendamos que el envío del FAX no supone necesariamente que tu gestión vaya a terminar ahí. Se han dado casos en los que un espíritu malvado, también conocido como “enanito malo del fax”, ha hecho de las suyas y de repente datos que tú estabas ABSOLUTAMENTE CONVENCIDO que habías mandado se borran, se pierde parte de la información enviada o simplemente tu gestión desaparece en el ancho y extenso universo faxcial.
-        Se tiene conocimiento de algunas situaciones en las que, tras innumerables días de espera colgado del teléfono y después de haber enviado una cantidad considerable de faxes 

        (incluso llegaste a considerar la idea de comprar un fax personal porque en la oficina empezaban a mirarte mal, o el jefe de correos comenzaba a tutearte e incluso hacía chistes cada vez que entrabas por la puerta del local y tu familia más cercana y amigos intimos han comenzado a dirigirse a ti con el sobrenombre de FAXMAN),

        ciertos individuos han caído en la cuenta de que también existe un protocolo social, de carácter público, para hacer frente a este tipo de situaciones y han conseguido realizar una RECLAMACIÓN FORMAL a través de la formal HOJA DE RECLAMACIONES que todo consumidor tiene a su disposición. Lamentablemente a día de hoy se desconoce como han terminado estas gestiones puesto que “en la mayor brevedad recibirá confirmación sobre su gestión, sentimos los inconvenientes causados pero así lo dictamina el protocolo....pip-pip-pip...”

Moraleja: Ten siempre cerca a tus amigos, pero ten todavía más cerca a un teleoperador A que te solucione la papeleta. 

Y eso es todo amigos, seguid al pie de la letra los consejos que el Bestiario os aporta y, aunque sigáis ejerciendo la deliberada necesidad de hacer vuestras necesidades en la fémina que tuvo a bien traerlos a este mundo, al menos conseguiréis hacerlo con una maravillosa, increíble y brillante SONRISA TELEFÓNICA.

Saludos gente y hasta la próxima.