He de confesar que me gusta el invierno. Aunque formalmente todavía estamos en otoño y las temperaturas en Barcelona poco o nada tienen que ver con los gélidos grados de la ciudad que me vio nacer, hay algo íntimo y cálido en la estación que me anima y reconforta, y de repente encuentro agradable el tacto de la ropa, el sabor del café es más intenso y el sofá del salón se vuelve mi aliado mientras me reencuentro con mi lado cinéfilo los domingos por la tarde. Sólo hay una cosa que me perturba sobremanera en estas latitudes, y que a día de hoy no consigo superar, y es la falta de luz a las cinco de la tarde. Es una pena que se haga de noche tan pronto en Barcelona, disfrutaría mucho más si las largas tardes de invierno tuvieran un poco más de luz, aunque fuera tenue y grisácea como en Castilla. Peros a parte, y como decía anteriormente, no hay nada como disfrutar de una buena taza de café, y si va acompañada de algo dulce mejor que mejor. Así que, y aprovechando el largo puente de diciembre, decidí darme gusto y mimarme un poquito al calor del hogar familiar y puse en práctica una receta de pastel de zanahorias.
Había cocinado este pastel con anterioridad en una versión algo más salada y con coco, pero hace poco leí en uno de mis blogs favoritos, My little things, una entrada con una receta de carrot cake que se veía increible y no pude resistirme a probarla. Dicho y hecho, me puse manos a la obra y el resultado fue impresionante. He variado un poco las cantidades porque me parecía que llevaba demasiado azúcar y he añadido algún detalle, pero por lo demás merece la pena probar este pastel porque en días fríos es delicioso y muy reconfortante. 

Por si os apetece probar aquí os dejo la receta y alguna fotillo.



Ingredientes:

Para el bizcocho:
130 gr. de mantequilla.
200 gr. azúcar moreno. (Yo puse 150 y fue más que suficiente)
1 cucharilla de café de canela (a mi me basta con media porque si no me resulta demasiado empalagosa)
un poco de nuez moscada rallada
3 cucharadas soperas de leche aproximadamente (Yo le puse 5 y quedó muy jugoso)
2 huevos batidos
170 gr. de zanahorias ralladas
200 gr. de harina integral
3 cucharillas de café de levadura en polvo (que viene a ser un sobrecito entero).
una pizca de sal

Para el glaseado:
200g de queso cremoso (Al final yo hubiera necesitado 300g porque decidí abrir el bizcocho por la mitad y rellenarlo y al final me quedó muy justito. La cantidad dependerá del tamaño del molde y si decidís poner una capa sólo por encima o no.)
50 gr. azúcar glass
2 cucharadas de nata líquida
1 cucharada de extracto de vainilla (esto es cosecha propia pero es que me encanta la vainilla)
50g de virutas de chocolate para decorar.

Preparación:

Rallar las zanahorias y reservar. Yo prefiero rallarlas muy finas, pero he probado tartas que dejaban las zanahorias en tiras para que se notasen y tampoco estaban mal, lo único que resultaba un poco más incómodo a la hora de comer pero, en fin, para gustos, colores.
A continuación mezclar en un cuenco la mantequilla derretida, el azúcar, los dos huevos (previamente batidos), las zanahorias, la canela y la nuez moscada, y mezclar bien todos los ingredientes. Poco a poco, iremos agregando a la mezcla la harina, junto con la levadura y la sal, mientras removemos para que se integre con el resto de ingredientes hasta que obtengamos una masa consistente. Si queréis aligerar la masa, y que el bizcocho quede mas esponjoso, añadiremos unas cucharadas de leche a la mezcla a gusto del consumidor. (Nunca había probado este truco pero después de leerlo en My little things lo probé y funciona, la tarta queda mucho menos apelmazada y más jugosa.)
Cuando tengamos bien mezclados los ingredientes, pondremos la mezcla en un molde previamente engrasado con mantequilla y espolvoreado con harina para que el bizcocho no se pegue, y lo pondremos en el horno a 180º durante una hora más o menos, en la opción del fuego de abajo. Probad a ir pinchando la superficie con un tenedor y cuando salga completamente limpio el bizcocho estará listo, entonces es el momento de sacarlo del horno y dejar que temple mientras preparamos el glaseado.

En otro cuenco mezclamos todos los ingredientes (menos el chocolate) y extendemos la mezcla por la superficie del bizcocho al gusto. Podéis abrirlo por la mitad, cubrir toda la superficie, jugar con una manga pastelera, etc... para finalizar podéis espolvorear unas virutas de chocolate por encima y la tarta estará lista. Es importante recordar que hay que esperar a que el bizcocho se enfríe o de lo contrario el queso se fundirá y la cobertura quedará hecha una pena. (Probablemente estéis pensando que eso es algo obvio, pero si sois como yo y os pueden las prisas por ver el pastel terminado y pensáis que qué mas dará si todo va al mismo sitio y no esperáis los 20 minutos de rigor, os cargaréis el pastel. Y os digo esto desde la voz de la experiencia).

Y ya está, ¡a disfrutar! Y si puede ser acompañar vuestro pastel de un buen café, un buen sofá, mantita y peli, y habréis hecho la tarde.