Siempre he dicho que si alguna vez me dieran poder absoluto daría una semana extra de vacaciones para que todo el mundo pudiera reponerse totalmente de las vacaciones. En realidad no se muy bien cómo lo hago pero siempre consigo llegar más cansada si cabe de lo que me fui, y el trabajo al día siguiente se hace largo y monótono como un lunes cualquiera elevado al cubo, con la única pega de que hoy es martes...
Por este motivo, y dado que llevo bastante tiempo sin escribir, y porque mi estado anímico podría calificarse en estos momentos de profundo encefalograma plano,
propongo un nuevo giro bloguístico a estas mis cositas y os brindo la oportunidad de hablar de las vuestras, por esta vez y sin que sirva de precedente. Para ello os propongo dos sencillas preguntas que he visto en una entrevista en El País y que me han parecido estupendas, aunque, eso sí, tenéis que ser total y absolutamente sinceros al respecto y contestar honradamente por mucho que os duela, porque si no, éste posible gran estudio sociológico y casuístico no tiene gracia ni sentido ninguno. (Se admite el anonimato para los más blandos).

A saber:

1. La canción que odias que te guste

2. La canción que te encantaría que te gustase pero no puedes.

Para romper el hielo comenzaré yo misma contando mis miserias. A la cuestión numero uno debo reconocer que la canción que mas odio que me guste porque me da una rabia intensa pero no puedo evitarlo por algún motivo psicológico insospechado y oscuro (y mira que la canción da rabia) es ...
Last Christmas del grupo Wham. Esos cascabeles navideños, ese órgano cutre que se repite hasta el infinito taladrando tus oídos y calándote hasta el tuétano y más allá, ese George Michael de modernas mechas rubias desteñidas insistiendo una y otra vez en el maldito estribillo con su vocecilla a medio gas... ME MOLA. ¡Qué le vamos a hacer! y estoy deseando que llegue Navidad para que la pongan en cualquier sitio y así tener la excusa perfecta para berrearla vilmente sin sentirme amenazada por el escrutinio general hacia mi falta de criterio musical.

A la cuestión número dos, y que me perdonen los “grunjes” odio, odio y odio profundamente Jeremy de Pearl Jam (hala ya está, ya lo he dicho). No se que me pone más nerviosa si las caras que se gasta Eddie Vedder en el video, o que no acabo de pillar la entonación, ni el ritmo de la canción, ni me llega al corazoncito, ni ná de ná. Y si, que vale, que el grupo es una pasada, que en directo se salen, que son un mito del rock, que la canción es emblemática, que la crítica social y que todo lo que tú quieras.... pero es que NO PUEDO Y NO PUEDO.

Bueno, pues ahí va mi confesión, demonios fuera, la verdad es que una se siente muchísimo mejor después de semejante declaración y os animo profundamente a redimiros, aunque en lo más recóndito de vuestro ser os seguirá reconcomiendo la culpa y la vergüenza por semejante sacrilegio musical...

¡Ahí queda eso!

Hasta la próxima pecadores