El pasado mes de febrero, la Editorial Destino publicó la traducción al español del famoso panfleto del diplomático-escritor y héroe de guerra Stéphane Hessel, ¡Indignaos!. Esta pequeña obra maestra de apenas 60 páginas nos da una lección de humanidad que a mí, personalmente, hace que se me suban los colores: en primer lugar por tolerar la desidia de los gobernantes, políticos, banqueros y empresarios de rigor hacia la situación en la que nos encontramos, y en segundo por esconderme detrás de la socorrida frase “es que contra este tipo de poder no se puede hacer nada” y no intentar, o no enfrentarme, o no alzar la voz lo suficiente en determinadas ocasiones y aportar mi ínfimo grano de indignación a la causa. Es duro sentirte reflejada cuando una persona de 93 años que ha formado parte de la resistencia francesa, se ha enfrentado contra el movimiento Nazi, el Estalinismo, las grandes corporaciones, ha formado parte del equipo que redactó el texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y ha defendido contra viento y marea la situación de Gaza, tiene que escribir un libro para señalar a mi generación con el dedo, acusarnos de conformistas y agitar nuestras conciencias para que hagamos nuestro presente "nuestro" de una vez. Un gran toque de atención hacia nosotros, herederos de una supuesta época de esplendor democrático y desahogo económico, que nos ha llevado a formar parte de un vasto número de “jóvenes sobradamente preparados”, con tendencia a la titulitis aguda y a aguantar cualquier tipo de trabajo, bajo cualquier tipo de condición económica y social, con tal de tener dinero suficiente para pagar nuestra codiciada “libertad”; pero, verdaderamente, ¿somos libres? ¿Hasta qué punto estamos condicionados por una sociedad que nos fuerza a ser mejores, más listos, más capacitados, más ambiciosos, para después conformarnos con las sobras que nos lanzan desde las altas esferas porque estamos en crisis? Cuándo aceptamos cualquier vejación de cara a un inmigrante porque no es nuestro problema y es mejor conservar el cuello a que te echen a la calle porque el panorama no está para heroicidades, o aceptamos condiciones laborales insostenibles, o incluso cuando un gobierno de izquierdas después de una crisis económica pone a flote, a golpe de talonario, las cabezas de los señores de la banca que nos han puesto en esta situación, dan carta blanca a los empresarios para que promuevan despidos sin contemplar ciertas cuestiones sociales básicas, alargando la edad de jubilación, rebajando las pensiones, abaratando los despidos y bla, bla, bla, bla.... nosotros, ¿qué hacemos? Aguantar el chaparrón y punto. O al menos en mi caso no puedo por menos que entonar el MEA CULPA y agachar la cabeza avergonzada. Y es que es imposible no sentirse herida en el orgullo cuando te ves reflejada en esa desidia y en esa dejadez, si se te llena la boca en petit comité para comentar indignadísima tal y cual medida gubernamental, tal y tal actuación política, tal y cuál robo y bla, bla, bla... ¿a qué podemos aspirar? Pero, y si estáis tan perdidos como yo, ¿cómo puedo hacer de mi indignación un cambio radical y provechoso? Los últimos sucesos relacionados con las rebeliones árabes nos da entender que la unión hace la fuerza, pero, ¿verdaderamente estos sucesos traerán un cambio exponencial a una situación política y social concreta o suponen una simple transición a otro modelo que a la larga adoptará posiciones similares o caerá de nuevo en la desidia y la corrupción política? ¿Qué fue de la Cuba revolucionaria, de Chávez o incluso Obama? Y ¿dónde está el cambio tan esperado? ¿Somos francamente tan cobardes, tan indolentes, tan imprecisos como parece o simplemente estamos avocados a la indiferencia del pesimista que sabe, de sobra, que los ideales están devaluados y que el poder pervierte cualquier espíritu idealista o ansia de cambio? En cualquier caso y parafraseando al gran Saramago “Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay.” Bueno, si es así, al menos, algo es algo...